El edificio

El Museo Arqueológico de Asturias se aloja desde 1952 en el antiguo claustro del convento de San Vicente de la ciudad de Oviedo. Este edificio, cuya rica historia lo relaciona con el origen de la ciudad, fue declarado monumento nacional en 1934

Un documento copiado en el siglo XII, con evidentes interpolaciones, atribuye el origen del monasterio de San Vicente al año 761 cuando, reinando Fruela I, el abad Fromestano y su sobrino Máximo se instalaron en un lugar desierto llamado Oviedo.

De esta primitiva construcción apenas nos ha llegado algún resto, así como del edificio de estilo románico, de finales siglo XI o primera mitad del siglo XII, del que sólo conocemos algunos restos localizados durante diversas obras de restauración.

El claustro actual fue iniciado en la década de 1530, bajo dirección del maestro Juan de Badajoz el Mozo. Juan de Cerecedo el Viejo y, a su muerte, su sobrino Juan de Cerecedo el Mozo concluyeron el piso alto en la década de 1570.

El Claustro
Edificio Historico

El primero de ellos planteó e inició también la antigua iglesia monástica, hoy parroquia de Santa María la Real de la Corte, finalizada por Juan Ribero de Rada en 1592.

El claustro inferior está formado por veinte bóvedas de cuatro metros de luz, de traza gótica, con crucería de estrella simple y con claves sencillas. Los nervios de las bóvedas apoyan en los enjarjes del muro sobre repisas unidas por un friso de aire renacentista, mismo estilo que se aprecia en las pilastras y los arcos de medio punto que se abren al jardín del claustro.

En la década de 1670 se regularizó la fachada principal del monasterio, con la espléndida portada barroca actual. La dureza del clima asturiano llevó a los monjes a decidir el cierre de la galería superior del claustro, que daba el acceso a las celdas. Así esta galería se macizó con un muro y ventanas y el piso bajo con grandes ventanales bajo la dirección de Juan Agustín Ceán Bermúdez, hacia 1775. También a lo largo del siglo XVIII se construyó un patio de servicios, hoy plaza del Padre Feijoo, cuya obra culminó Manuel Reguera hacia 1794; en él se instalaron las caballerizas, un pajar, un matadero, el archivo, varias salas de diversión y nuevas celdas.

Tan imponente edificio refleja, en definitiva, el poder económico del cenobio, uno de los más ricos de Asturias al ser favorecido por la constante donación de bienes y propiedades. Aquí residió más de medio siglo el padre Jerónimo Feijoo (Orense, 1676-1764), uno de los primeros y más preclaros ilustrados españoles, abad del convento durante treinta años. Con él convivió unos años Fray Martín Sarmiento, que le profesaba devoción y fue impulsor de la cultura y arqueología en Galicia.

Tras la desamortización de los bienes eclesiásticos de 1837 el edificio pasó a ser propiedad de la Diputación de Oviedo, convirtiéndose en oficinas y dependencias administrativas. En 1934 el antiguo claustro de San Vicente fue declarado monumento histórico-artístico y a partir de 1939 se inició la restauración del mismo bajo la dirección de Luis Menéndez Pidal, arquitecto conservador de monumentos de la zona noroeste, y de Manuel Bobes (padre e hijo).

La iglesia conventual colindante con el claustro se segregó como parroquia de Santa María de la Corte y, por su parte, en el año 1969 las crujías del patio de servicio, la actual plaza de Feijoo, alojaron la facultad de Filosofía y Letras, hoy de Psicología.

Desde 1952 hasta 2003 alberga El Museo Arqueológico de Asturias. En este año fue cerrado para acometer las obras de reforma y ampliación del mismo que fueron acometidas por el Ministerio de Cultura con proyecto y dirección de los arquitectos Fernando Pardo Calvo y Bernardo García Tapia.